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lunes, 19 de febrero de 2018

Reivindicando a Miliband (III)



Javier Álvarez Villa

¿Son hoy los Gobiernos los consejos de Administración que rigen los intereses colectivos de la clase burguesa, como afirmaban Marx y Engels en el Manifiesto Comunista?

En El Estado en la sociedad capitalista Miliband da una especial importancia a la composición social de la élite estatal en las sociedades capitalistas avanzadas, partiendo de la constatación de que los integrantes de los Gobiernos de estos países, con independencia de sus diferencias políticas, sociales, culturales, religiosas o de otro tipo, comparten una disposición ideológica común: la validez y las virtudes del sistema capitalista y su oposición frontal e inflexible a “toda posibilidad socialista de sustitución de este sistema”

Y en todos los casos en los que los partidos socialdemócratas han accedido al poder ejecutivo del Estado, siempre aceptaron, incluso de manera entusiasta, la validez del sistema de “libre empresa”. Hasta tal punto es así que los Gobiernos de estos partidos comparten con los Gobiernos conservadores o de derechas la convicción de que al cooperar activamente con el mundo de los negocios y ponerse al servicio de los intereses de las grandes empresas, están cumpliendo su misión de defensa del bien común y del interés general. Miliband cita la frase célebre de que “lo que es bueno para la General Motors es bueno para los Estados Unidos”. Hoy en Asturias los dirigentes políticos podrán decir “lo que es bueno para ArcelorMittal es bueno para Asturias”

Los que hoy dicen que el capitalismo es incompatible con la utilización óptima de los recursos para la satisfacción racional de las necesidades de los seres humanos, intrínsecamente parasitario y constitutivamente corrupto, son expulsados a las cunetas del sistema. La creación de prejuicios políticos a través de los grandes medios de comunicación es una de las armas más eficaces en esta tarea de arrinconamiento.

El gran economista norteamericano John Kennet Galbraith dijo en Oviedo en 1992: "Desgraciadamente, la gente confunde la ética del mercado con la ética propiamente dicha, y el afán de enriquecimiento va unido al capitalismo. Es, uno de los fallos más graves del sistema. En los últimos diez años sus consecuencias han sido constantes en Estados Unidos. ¿Cómo evitarlo? Es una herencia de la humanidad y es también una excrecencia del sistema. Acaso para resolverlo ya hay inventado un mecanismo que reduzca el apetito de dinero: el Impuesto sobre la Renta".Y sobre la situación de Asturias"Las industrias mineras y siderúrgicas han quedado obsoletas. No hay más remedio que cerrarlas y asumir el pago vitalicio de los sueldos de los desempleados. Es doloroso, pero es una de las consecuencias del sistema. Los asturianos han de abordar retos: la alta tecnología, el diseño, el arte". 

Palabras muy actuales de un socialdemócrata reformista, que sirven de vara de medir para la actuación de los gobiernos socialistas asturianos en las últimas décadas: las minas y la industria fueron cerrando, pero en lugar de sustituirlas por un nuevo tejido industrial de alta tecnología, se fueron consolidando tupidas redes clientelares al servicio de los intereses personales de camarillas políticas endogámicas.

¿Que han hecho los Gobiernos formados por partidos laboristas y socialdemócratas cuando han tenido el poder político? El Estado en la sociedad capitalista ofrece algunas respuestas.

Cuando entraron en coalición con partidos conservadores, los dirigentes se encargaron de frenar a las bases de su propio partido y convencerlas para que aceptaran las políticas de derechas que ellos mismos estaban amparando.

Donde gobernaron en solitario, tras exitosas victorias electorales, los dirigentes socialdemócratas se preocuparon muy pronto de tranquilizar a las élites del mundo de los negocios sobre sus intenciones, que no eran gobernar desde la perspectiva de los intereses de “clase”, sino en clave de defender los intereses “nacionales”, que a la postre, coincidían con los del gran capital; y, en paralelo, de engatusar a la clase trabajadora sobre las virtudes de la paciencia, de la disciplina y del trabajo duro, desactivando las expectativas y demandas populares.

En esta tarea de tranquilizar a los “hombres de negocios”, la socialdemocracia se apoyó siempre en los altos funcionarios que ya servían obedientemente a los gobiernos conservadores, transmitiendo un claro mensaje de continuidad a la élite económica dominante.

Y así llegamos al papel de la Burocracia. Los servidores del Estado.

Continuará...









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