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jueves, 11 de agosto de 2016

Evasión fiscal: corrupción y redes mafiosas

La debilidad e insuficiencia del control de las instituciones europeas sobre el tráfico de capitales favorece la actuación de las redes transnacionales ilícitas, con escenarios de mayor corrupción y vulnerabilidad institucional

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1 de Junio de 2016
Según Cressey (1), la delincuencia organizada o crimen organizado contó desde sus inicios con un código cultural tradicional y jerárquico a partir del cual se diseñó una organización criminal capaz de operar en el mundo contemporáneo (2) muy cerca del tipo ideal que Max Weber atribuía a la burocracia legal-racional (3), por eso, durante mucho tiempo, no hubo ninguna diferencia entre empresas convencionales y empresas delictivas. 

“La experiencia tiende a demostrar universalmente que el tipo de Organización administrativa puramente burocrático, es decir, la variedad monocrática de burocracia es, desde un punto de vista técnico, capaz de lograr el grado más alto de eficiencia, y en este sentido es el medio formal más racional que se conoce para lograr un control efectivo sobre los seres humanos. Es superior a cualquier otra forma en cuanto a precisión, estabilidad, disciplina y operabilidad. Por tanto, hace posible un alto grado en el cálculo de resultados para los dirigentes de la Organización y para quienes tienen relación con ella. Finalmente, es superior tanto en eficiencia como en el alcance de sus operaciones, y es formalmente capaz de realizar cualquier tipo de tareas”. 

Todos los cambios que antes se observaban cuando un negocio que era el ilegal dejaba de serlo eran solo ajustes en el modus operandio en la tecnología y la red social que se veían  involucradas (4). Pero, en los últimos años y acorde con los tiempos de la globalización, dicha organización del crimen fue sufriendo una metamorfosis en su disposición, su alcance y su estructura; y hoy por hoy, los grandes capos o cárteles de capos, capaces de controlar  el tráfico de drogas a nivel mundial, y que se presentaban ante los medios de comunicación como lo hicieron en su día personajes como Pablo Escobar, ya pasaron a la historia. Aun así, el tráfico ilegal de cocaína continúa generando dinero negro, que de manera directa o indirecta o de forma diseminada, se incorpora diariamente a los cauces financieros globales mezclándose con dineros de procedencia lícita e ilícita. 

“Hartwell documentó entre 2004 y 2011 cientos de transferencias financieras realizadas por testaferros […] En la red de lavado de activos participaron comisionistas de bolsa, asesores financieros y prestanombres […] Un entramado de empresas fantasmas, licitaciones públicas inexistentes y contratos falsos, todo con el fin de blanquear al menos 6.7 millones de dólares” (5). 

En España, la transformación del denominado  crimen “organizado” (6)  en tramas ilegales y “alegales” (7) ha derivado de una mayor actividad e intervención de las redes españolas que actúan en Europa (8), con gran capacidad de maniobra en las instituciones políticas locales, y de incidencia en la economía sumergida, que se atribuye fundamentalmente a un  incremento importante de la corrupción en las organizaciones, tanto públicas como privadas, con la utilización de sus funciones y medios en provecho de sus gestores.  Ya en agosto de 2003 un estudio del Instituto de Estudios Fiscales del Ministerio de Hacienda situaba la economía sumergida en el 21% del PIB. 

“Ningún gobierno ha querido realizar hasta ahora un estudio en profundidad sobre la economía sumergida y el fraude fiscal existente en España. De esta forma, si no se reconoce el problema, no se tiene que justificar la falta de adopción de medidas para erradicar dicha lacra social”, aseguraba la Organización Profesional de Inspectores de Hacienda del Estado en Fraude, corrupción y blanqueo de capitales en España, un documento de 32 páginas aprobado en noviembre 2007 y remitido al Gobierno español (9). 

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