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sábado, 7 de mayo de 2016

Los mil brazos de la España ‘offshore’

EVASIÓN FISCAL

El Ibex35 opera con cientos de filiales, sucursales y representaciones en paraísos fiscales; más de 200 tienen su sede en dos direcciones postales de Delaware

<p>El blanqueo de Panamá.</p>
El blanqueo de Panamá.
J. R. Mora
 
4 de Mayo de 2016
“Los paraísos fiscales están en el Paseo de la Castellana”, sostenía hace unos años el fiscal Anticorrupción Luis Pastor, tal y como recuerda Ana Tudela en El sistema es un paraíso. Sus palabras resultaron premonitorias: en esa céntrica calle de la capital tenía su sede el Banco Madrid, una entidad de banca privada de matriz andorrana —entre cuyos clientes bajo sospecha está parte de la familia del exmolthonorable Jordi Pujol— intervenida hace un año por el Gobierno del país pirenaico y liquidada por orden del Banco de España, tras señalarla el Departamento del Tesoro estadounidense como sospechosa de blanquear fondos para organizaciones criminales de varios países.
Esta era solo una de las 77 entidades financieras de Estados sin impuestos que operan en España, una cifra que duplica la de las oficinas bancarias españolas en esos mismos países, pero que se convierte en insignificante al lado de los cientos de filiales —entre 483 y 810, según la fuente— que los magnates del Ibex 35 manejan en esos territorios.
¿Y para qué quiere el globalizado capitalismo local, tanto industrial como financiero, semejante despliegue en territorios paradisíacos? Para ganar más dinero. O para evitar que los Estados se lleven la parte de sus ganancias que prevén las leyes. En este caso, por la vía del ahorro de impuestos, explica el secretario general de Gestha, el sindicato de los técnicos de Hacienda, José María Mollinedo: “Las oficinas de esos países suelen ser la cabecera de los holdings en las áreas geográficas en las que operan. Cobran a sus filiales por servicios, con lo que reducen sus beneficios y en consecuencia la tributación donde desarrollan la actividad real, mientras el beneficio real viaja a un paraíso, donde no tributa o apenas lo hace. Esta operativa no es exclusiva de la banca, sino de todas las multinacionales”. Es, por ejemplo, la que pretendió utilizar Inditex cuando hace cinco años localizó la venta online de Zara en Irlanda, iniciativa que el emporio de Ortega acabó descartando por el impacto que iba a tener en su reputación.
Las empresas y las personas físicas que operan en el extranjero están obligadas a declarar a la Agencia Tributaria, mediante el llamado modelo S-3, el lugar, la fecha y la cantidad que invierten o cobran. “Eso en las operaciones blancas, las negras no pasan por ahí”, anota Mollinedo. Cuando esos movimientos se producen en paraísos fiscales, explica, la carga de la prueba se invierte. “No vale con una factura, sino que el inversor debe probar la realidad de la inversión”, explica.
Sin embargo, el sistema tiene goteras. Una consiste en que la matriz formalice una operación legal con su filial en ese lugar, que es la que después lleva a cabo el negocio real al margen del fisco de origen. Otra son los negocios simulados, como aparentar la compra de materia prima por elevadas cantidades de dinero en países bananeros para que el género ficticio se pierda en un accidente inexistente que, obviamente, nadie puede documentar; ni tampoco negar cuando el fisco local se interesa por él. El dinero transferido para la compra mendaz queda a partir de entonces convenientemente oscurecido para viajar por los circuitos offshore.

Paraísos fiscales y países offshore: conceptos variados
El episodio del Banco Madrid fue un caso de blanqueo cometido a través de un banco de un país sobre cuya catalogación como paraíso fiscal existen discrepancias. La repetida aparición de entidades financieras andorranas en investigaciones y sumarios sobre delitos económicos no supone un dato concluyente para determinar si lo es. Cada Estado y cada organismo oficial tienen sus propios criterios, lo que hace que desde 2010 no lo sea para España aunque siga siéndolo, más o menos, para la OCDE, que lo incluye en el amplio bloque de los países que se han comprometido a mejorar. Ocurre algo similar con Las Antillas Holandesas, mientras otros países como Singapur o Luxemburgo han desaparecido de ambos listados. Suiza no figura en ninguno de los dos, pese a haber sido escenario de monumentales episodios de escaqueo tributario como los que desveló la lista Falciani.
Los papeles de Panamá han reavivado la polémica sobre los paraísos fiscales, cuyos bancos, según un estudio elaborado hace unos años por el economista y actual portavoz de Izquierda Unida Alberto Garzón, custodian diez billones de dólares, cuya fuga provoca un quebranto de varias decenas de miles de millones al año en las haciendas de sus países de origen. El economista Gabriel Zucman, autor de La riqueza oculta de las naciones, cifra en 144.000 millones de euros el dinero de origen español apalancado, sin haber sido declarado al fisco, esos territorios.
¿En qué consiste un paraíso fiscal? Depende de quién responda. La OCDE establece un requisito imprescindible —presión tributaria entre baja e inexistente, por lo general menor del 1% de los beneficios— al que debe sumarse alguno de estos tres: ausencia de intercambio de información con los países originarios de quienes operan en ellos, secreto tanto bancario como tributario y no exigencia de una actividad económica para disfrutar de esos beneficios fiscales. Ese cuadro se completa, frecuentemente, con un régimen societario offshore, que consiste en permitir a los no residentes crear empresas sin apenas obligaciones registrales, que puedan ser dirigidas por administradores fiduciarios, cuyo capital sea distribuible en acciones al portador y que admitan, incluso, la existencia de accionistas de paja.
El paraíso fiscal: presión fiscal nula, opacidad hacia los países originarios, secreto bancario y tributario, no exigencia de una actividad económica
No obstante, la OCDE solo señala dos paraísos fiscales en el planeta: las islas polinesias de Nauru y Niue, mientras sitúa en un segundo grupo a otros 36 Estados que se comprometen a mejorar sus prácticas de transparencia e intercambio de información, lo que lo convierte en uno de los organismos más —¿menos?— exigentes con este tipo de prácticas.
Por el contrario, la oenegé Inspiraction cataloga como paraíso fiscal a 73 países, entre ellos España por aplicar fórmulas como las Sicav, sociedades de inversión colectiva cuyo rendimiento tributa al 1%, mientras Tax Justice señala a 53. El Fondo Monetario Internacional maneja una lista de 42, casi el doble de los 24 que contempla la Comisión Europea, la cual ahora, al aflorar los Panama papers y tras haber limitado su selección a los que aparecían en las listas de al menos diez de sus miembros y sostener formalmente que no los hay en su territorio, anuncia que impulsará la elaboración de un nuevo elenco de carácter comunitario.
España elaboró en 1991 una lista de 48 paraísos fiscales de la que siguen formando parte los 33 que no han firmado acuerdos de intercambio de información tributaria o convenios para evitar la doble imposición, y de la que el 1 de enero de 2015, cuando la actualización del listado dejó de tener “carácter automático”, se habían caído 15: Andorra, Antillas Holandesas, Aruba, Chipre, Emiratos Árabes Unidos, Hong-Kong, Bahamas, Barbados, Jamaica, Malta, Trinidad y Tobago, Panamá, San Marino, Singapur y Luxemburgo, que lo era “sólo por las rentas percibidas por determinadas sociedades”. Un cuarto de siglo después de la elaboración de la lista inicial, las multinacionales industriales y financieras españolas siguen operando en muchos de esos territorios.

Los cientos de picas paradisíacas del Ibex 35
Según un informe del Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa, 32 de las 35 empresas del IBEX tenían en 2013 filiales –483, hasta 20 en el caso de Inditex-- en paraísos fiscales. Casi la mitad de ellas --222-- están domiciliadas en una demarcación estadounidense que no aparece en las listas españolas, pero sí en las de otros organismos: Delaware, donde  180 sociedades de matriz española se aglutinan en dos direcciones postales de la ciudad de Washington. Oxfam-Intermón eleva a 810 el número de tentáculos paradisíacos del Ibex.
De todo el índice bursátil selectivo, solo una, según el primero de esos informes, “es transparente a la hora de informar sobre el tipo de actividad y volumen de negocio generado, beneficios e impuestos y sobre sus planes futuros con respecto a su presencia” en ellos; únicamente dos publican “de forma transparente los impuestos pagados en cada uno de los países en los que opera”;  tan solo tres informan de las subvenciones que reciben en esos territorios y otras tantas lo hacen con las exenciones y créditos fiscales. “Todas las empresas analizadas omiten del perímetro de información de RSC a aquellos países que tienen la consideración de paraísos fiscales”, añade.
La banca española, parte de la cual forma parte del selectivo, ha mantenido históricamente picas en los territorios que su gobierno considera, o ha considerado, tributaria y/o societariamente paradisíacos. BBVA mantiene dos sucursales en las Islas Caimán, cuya inclusión en el balance consolidado del grupo provocó hace unos años un descuadre millonario, al alza, en el último tramo de la presidencia de Emilio Ibarra, y varias emisoras de acciones. El año pasado gestionaban, entre depósitos y valores, algo más de 4.000 millones de euros.

30 sucursales españolas en paraísos y 77 bancos paradisíacos en España
Y el último anuario disponible de la patronal de la banca (AEB), el de 2014, todavía recoge, más de una década después de que el banco de España diera su primer toque de atención sobre las querencias paradisíacas de los señores españoles del dinero, la existencia de una filial de ese mismo banco en CuraÇao –antigua Antillas--, de dos filiales del Santander en Las Bahamas y de otra en Panamá,  de una filial en Andorra del Banc Sabadell, que cuenta con representación en Singapur y en los Emiratos Árabes Unidos, donde también la tienen el Santander y el Popular. Sabadell y Santander disponen de sucursal, en el primer caso reforzada por una representación, en Singapur.
Allfunds y Bankinter, según esa misma fuente, tienen filiales en Luxemburgo; en el caso de la segunda entidad, con la paradójica circunstancia de que la delegación opera en España sin establecimiento propio abierto al público. BBVA y Santander cuentan con filiales en Suiza, donde el segundo, el Popular y Caixa Xeral disponen de representaciones. Y, por último, Popular y Sabadell tienen filiales en Miami y el Santander en Wyoming, territorios que nunca han aparecido en el listado español de paraísos pero que sí figuran en los de otros Estados, organismos y oenegés.
El anuario de AEB también refleja la actividad en 2014 de entidades extranjeras en España: cinco bancos suizos, cuatro de Luxemburgo, uno de Florida y otro monegasco. Este último, “sin establecimiento”, como otras 54 entidades de crédito luxemburguesas, siete de Malta, dos chipriotas y tres de Liechtenstein.

Dos décadas replegando velas
La implantación paradisíaca de la banca española es algo menor de lo que era una década antes, cuando seis bancos españoles tenían representaciones en Suiza, dos disponían de sucursales en Bahamas y otros cuatro en Miami y entre todos contaban con 19 filiales en Andorra (3),  Bahamas (3), Antillas (1), Islas del Canal (1), Caimán (3), Miami (1), Panamá (3), Guernsey (1), Gibraltar (1) y Suiza (2). Y mucho menor que veinte años atrás, cuando sumaban 20 filiales, 15 representaciones y 18 filiales. Era una forma de actuar en la que participaba el propio Estado: el Banco Exterior, público, disponía de una sucursal en Gran Caimán y de filiales en Panamá y Suiza.
¿A qué se ha debido el repliegue? Básicamente a dos factores: uno de orden interno, derivado de las reestructuraciones para optimizar sus estructuras tras el carrusel de fusiones iniciado en la época de Felipe González y Carlos Solchaga, y otro de origen externo, como fue el inicio del proceso de repudio formal a los paraísos fiscales por parte de los gobiernos y de las autoridades monetarias a principios de la década pasada.
El Banco de España comenzó a llamar la atención sobre estas prácticas en 2004. Lo hizo, concretamente, en su Memoria de Supervisión del ejercicio anterior, en la que se refería a “los posibles riesgos de reputación en que pueden incurrir las entidades al definir estratégicamente el contenido, localización y la forma de sus actividades”, y en la que, para “evitar que nuestro sistema bancario sea utilizado para canalizar operaciones ilícitas”, consideraba “imprescindible que la política global de prevención de blanqueo y de cumplimiento de las exigencias relativas al conocimiento del cliente que debe tener el Grupo se apliquen en los centros offshore de manera tan rigurosa como en España”.
Todas las empresas analizadas omiten del perímetro de información de responsabilidad social corporativa a los paraísos fiscales
Las exigencias, no obstante, se limitaban a “que la firma de auditoría externa del establecimiento offshore sea la misma” que la que repasaba las cuentas de la matriz y el balance consolidado, a “informar con detalle en la memoria anual de las actividades desarrolladas en cada establecimiento offshore, su naturaleza, su volumen, sus riesgos y los mecanismos establecidos para controlarlos”, a “conocer y medir los riesgos legales y de reputación”, a “definir políticas expresas” sobre su actividad y, por último, a tener “a disposición de las autoridades españolas”  una “identificación precisa y documentada” de los clientes con “depósitos fiduciarios”.
Había algo de estético en la iniciativa. De hecho, la autoridad monetaria, que mostraba una preocupación similar por “los riesgos de reputación” de la actividad en esos lugares que por sus posibles derivadas legales, iba a mostrarse comprensiva con esos tentáculos del sistema financiero: “Las entidades que justifiquen la necesidad de mantener filiales o sucursales en centros offshore deben tener una estrategia clara y definida con respecto al establecimiento y sus actividades, y asegurar que se cumplen en todo momento los principios antes expuestos”, señalaba, poco antes de apelar a la herencia recibida: “En muchos supuestos se trata de situaciones heredadas por las entidades españolas en sus operaciones de compra de filiales bancarias en el exterior, ya que, a su vez, estas tenían filiales o sucursales en territorios offshore. Pero, en términos relativos, tan solo la actividad de emisión de valores en estos territorios representa un porcentaje significativo sobre la actividad total del sector”.

La ingeniería contable y el informe país por país
Mollinedo, por otro lado, percibe un cambio de actitud en los gobiernos occidentales hacia los paraísos fiscales. Un síntoma es que en la OCDE “durante décadas se refirieron a ese tipo de prácticas como ingeniería contable, pero ahora, con la merma de ingresos de las haciendas por la crisis, ha pasado a llamarse técnica fiscal agresiva”.
Otro lo constituye la batería de quince medidas que impulsa ese organismo, entre las que se encuentra la erradicación de la doble imposición, que en la práctica permite a las multinacionales eludir el pago de tributos tanto en la sede de su matriz como en sus filiales, y otra iniciativa incluida en la última reforma fiscal del ministro Cristóbal Montoro, aunque limitada a las empresas con un volumen de negocio superior a los 750 millones de euros.
Se trata del informe país por país, que obliga a ese tipo de empresas a declarar en el Impuesto de Sociedades los beneficios, la inversión y la capitalización de sus filiales en cada país. “Eso permitirá detectar a dónde se lleva los beneficios cada multinacional para, después, establecer una normativa”, señala Mollinedo. La OCDE se presenta como el foro en el que los diferentes Estados podrán compartir esa información para desenredar la madeja de la evasión fiscal de las grandes empresas y bancos.

“Es imposible saber lo que hay fuera”
No obstante, Mollinedo llama la atención sobre otra cruda cara de la realidad. “Se podría llegar a descubrir lo que hay en la contabilidad de las grandes empresas en España, pero es imposible saber lo que hay fuera”, explica. Aunque tampoco ese primer objetivo es sencillo.
Desde 2005, la Agencia Tributaria cuenta con una Delegación Central de Grandes Contribuyentes, encargada del seguimiento de las 2.800 empresas y los 358 vips que ganan más de un millón al año y poseen un patrimonio superior a los diez. “La plantilla es escasa, está infradotada”, sostiene. Como consecuencia, “la actividad de esos contribuyentes no se puede analizar con profundidad. En la práctica, ni siquiera se aspira a conocer la contabilidad real”. “Ni el Banco de España ni la Agencia Tributaria fueron capaces de detectar las contabilidades creativas de Bankia ni de la CAM, ni tampoco el blanqueo en el Banco Madrid –añade-. Eso ocurre por la infradotación de personal”.
Esa falta de personal se combina con el marco legal para generar desequilibrios tan paradójicos como enervantes. En España, según un informe de Gestha, el tipo real medio que las multinacionales pagan a través del Impuesto de Sociedades sobre el beneficio obtenido es del 6,7%, mientras que para las pymes se eleva hasta el 15,3%. En Europa, la Comisión investiga si vulneran el tratado de la UE los trajes a medida tributarios que el Gobierno luxemburgués de Jean-Claude Juncker —actual presidente del ejecutivo comunitario— pactó con 340 grandes empresas con sede en ese país.
Por lo pronto, quienes se sientan en el banquillo desde el pasado 26 de abril son tres empleados de firmas de auditoría y un periodista sospechosos de haber participado en la filtración. Son reos de haber sacado a la luz un —otro— cartel de evasores cobijado bajo un paraguas gubernamental.

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