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martes, 10 de abril de 2012

Presupuestos 2012: el gasto como falso problema

El autor analiza los argumentos en los que se basa el recorte anunciado para el 30 de marzo y aporta soluciones posibles para reducir el déficit presupuestario.

ANTONIO SANABRIA

El pasado 2 de marzo, el predecible presidente del Gobierno español volvía a dar otra sorpresa. Frente a sus anteriores declaraciones, anunciaba ahora que los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2012 se fijarían con un objetivo de déficit del 5,8% en lugar del 4,4%comprometido en su día con Bruselas por el anterior ejecutivo y refrendado por el actual. Finalmente el Eurogrupo impuso la meta del 5,3%.

Algunos elementos justificaban la postura del Gobierno: el 4,4% pactado en su día se estableció conforme a unas previsiones de crecimiento ahora utópicas; mejor ser más realistas y presentar ante los mercados unos objetivos de déficit algo menos imposibles; la contrarreforma laboral serviría como aval de la férrea voluntad del Ejecutivo. Además, las nuevas cifras pactadas permiten elaborar unos presupuestosun poco menos restrictivos, acordes a la nueva recesión, si bien manteniéndose prudentes dentro de los márgenes canónicos del ajuste salvaje.

La concreción exacta del ajuste fiscal solo se sabrá una vez se hagan públicos los PGE. Pero ya se atisba alguna certeza: incidirá sobre todo vía recorte de gasto público, y con ello, de derechos.
Se repite machaconamente aquello de “no hay más remedio”. El argumento justificativo sería más o menos así: sufrimos una crisis fiscal, provocada por unas políticas públicas irresponsables. Para financiar el enorme déficit público generado es necesario recuperar la credibilidad ante los acreedores, al tiempo que reducimos la dependencia con respecto a la necesidad de financiación. Se trataría, dicen, de una constricción inevitable que compensase los excesos del pasado. Pero todo esto descansa en una serie de falacias. Veamos.

ORIGEN DE LA CRISIS

La crisis no es fiscal, sino bancaria. Su origen no se localiza en Grecia, sino en EE UU, dado que es allí donde se ubica el mercado financiero más sofisticado del mundo. Los problemas posteriores son consecuencia de esa crisis previa, que secó los canales de crédito.

¿QUIÉN DEBE QUÉ?

Los excesos proceden del sector privado. Las sofisticaciones financieras resultaron ser la reinvención de la rueda, o cómo sobreendeudarse sin que se note. Sólo el 20% de la deuda total en España corresponde al sector público.El 80% restante es deuda privada, fundamentalmente corporativa y bancaria, y en menor medida de hogares. Quiere esto decir que, si se va a purgar el sobreendeudamiento con el ajuste fiscal, se va a atajar un problema donde menos existe.

GASTO PÚBLICO

El gasto público es un falso culpable. España está a la cola de la UE en cuanto a gasto público y gasto público social con respecto al Producto Interior Bruto. Su gasto en estos apartados es inferior al de Estados de la Unión como Polonia o Hungría y el más bajo de eurolandia, después del paraíso fiscal de Luxemburgo. Cierto es que, con la crisis, el incremento del gasto ha sido uno de los más acusados, pero si le quitamos la partida destinada a prestaciones por desempleo,su alza está por debajo del promedio en la UE. Recordemos de paso que tales prestaciones no son una graciosa concesión gubernamental, sino un derecho tras haber cotizado. Por tanto, el incremento del gastono fue tanto por la intervención activa del Estado tras el estallido de la crisis. Más bien el problema fue el contrario: se pudo hacer más.

DÉFICIT

El déficit presupuestario no es causa sino consecuencia de la crisis. Hasta 2008 las arcas públicas ingresaban más dinero del que gastaban y el Estado español era cumplidor ejemplar del Pacto de Estabilidad. El abultado déficit posteriorse explica más por la caída de los ingresos fiscales, cuyo derrumbe ha sido único en su intensidad, mayor incluso que el caso griego. La razón última es un sistema tributario dominado por los impuestos al consumo y a las cargas sobre el trabajo frente al capital, amén de la burbuja inmobiliaria.

Otra clase de soluciones

Una cosa es cierta: España, como el resto de Estados periféricos, es importador de ahorro externo y, con ello, más dependiente de unos hipertrofiados mercados financieros y sus intereses. No resulta por ello adecuado mantener en el tiempo abultados déficits, pero hay muchas formas de reducirlo. Algunas hasta sencillas técnicamente. Así, un impuesto de sociedades del 35% para aquellas con más de un millón de euros de beneficios aportaría 13.900 millones de euros (se estima que, de media, las empresas pagan realmente mente un 10%); equiparar los niveles de fraude fiscal al promedio UE (13% frente al 23% actual estimado) supondría ingresar 38.000 millones (fraude procedente en más de un 70%de grandes corporaciones). Los déficits son también los impuestos que no se recaudan. Sin embargo, se hablará de la “inevitabilidad” de medidas tales como el repago sanitario (copago, lo llaman).

Los objetivos de déficit quizá tranquilicen por un tiempo a los mercados, pero la historia se repetirá, pues son inviables: el recorte del gasto público con recesión y desempleomasivo resulta contraproducente por definición. Mientras, cualquier plan de estímulo que se anuncie con ajuste fiscal será soplar y sorber a la vez.

* Antonio Sanabria es investigador del Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI).

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